En 2016 el 1% de la población mundial podría quedarse con más de la mitad de la riqueza
Una investigación de la organización internacional Oxfam analiza los efectos de la desigualdad existente. El 80% de la población mundial se reparte el 5,5% de la riqueza, al tiempo que 80 multimillonarios poseen el equivalente a la mitad más pobre del planeta, es decir, 3.500 millones de personas. Ingentes sumas son invertidas en lobby que pueden frenar la lucha contra la desigualdad.
Según un informe de Oxfam, el próximo año la riqueza del 1% más rico
de la población del planeta superará la del 99% restante a menos que se
revierta la actual tendencia de desigualdad y concentración de riqueza.
La organización internacional, cuya directora ejecutiva, Winnie
Byanyima, copresidió el foro de Davos que se realizó a fines de enero,
advirtió que el aumento descontrolado de la desigualdad está lastrando
la lucha contra la pobreza a nivel mundial. A día de hoy, una de cada
nueve personas carece de alimentos suficientes para comer y más de mil
millones de personas aún viven con menos de 1,25 dólares al día.
Para esta confederación de organización (son 17 en total) hay que
tomar medidas urgentes que frenen el aumento de la desigualdad,
empezando por poner fin a la evasión y elusión de impuestos por parte de
grandes empresas e impulsar un acuerdo global contra el cambio
climático.
El documento difundido por Oxfam tiene como título: “Riqueza: tenerlo todo y querer más”,
y es una breve investigación que muestra cómo la riqueza acumulada por
el 1% más rico de la población se ha incrementado, pasando de un 44% en
2009 a un 48% en 2014. A este ritmo, para el año 2016 habrá alcanzado el
50%. En 2014, los selectos miembros de esta élite del 1% mundial tenían
de media una riqueza de 2,7 millones de dólares por adulto.
El dato que también preocupa es el relativo al 52% restante de la
riqueza mundial, pues de ésta la mayor parte (el 46%) queda en manos del
20% más rico de la población. Eso significa que el 80% restante de la
población del planeta (más de 5.600 millones de personas) comparte tan
sólo el 5,5% de la riqueza mundial. En promedio eso implica unos 3,851
dólares de media por adulto, lo que equivale a 1/700 parte de la riqueza
media del 1% más rico de la población mundial.
En declaraciones realizadas poco antes del foro de Davos, Byanyima
dijo que "la magnitud de la desigualdad a nivel global es impactante y, a
pesar de todos los problemas que dominan la agenda internacional,
debemos tener en cuenta que la brecha entre ricos y pobres se está
acrecentando a gran velocidad. En los últimos doce meses hemos visto
cómo líderes mundiales de la talla del presidente Obama o Christine
Lagarde han hablado sobre combatir la desigualdad extrema, pero aún
estamos esperando que muchos de ellos prediquen con el ejemplo. Ha
llegado el momento de que nuestros líderes se enfrenten a los intereses
creados que impiden lograr un mundo más justo y próspero", aseguró la
líder de Oxfam. Para Byanyima “que la élite más poderosa siga actuando
como hasta ahora es una opción que supone un elevado coste para el
resto. Si no combatimos la desigualdad, la lucha contra la pobreza
podría retroceder décadas. El aumento de la desigualdad perjudica
doblemente a las personas pobres: no sólo tienen menos, sino que hay
menos que repartir puesto que la desigualdad extrema frena el
crecimiento mundial".
El pasado año, durante el Foro Económico Mundial, Oxfam denunció que
las 85 personas más ricas del mundo poseían la misma riqueza que la
mitad más pobre de la población mundial, 3.500 millones de personas.
Esta cifra se redujo ahora a 80 personas; una disminución impresionante
si se tiene en cuenta que en 2010 eran 388 personas las que concentraban
la misma riqueza que la mitad más pobre. En términos netos, la fortuna
de las 80 personas más ricas se ha duplicado entre 2009 y 2014.
La organización internacional propone algunas prioridades para luchar
contra la desigualdad: Frenar la evasión y la elusión fiscal por parte
de grandes empresas y los más ricos; invertir en servicios públicos
gratuitos y universales, como la educación o la sanidad; distribuir el
esfuerzo fiscal de forma justa y equitativa, trasladando la carga
tributaria del trabajo y el consumo al patrimonio, el capital y las
rentas; fijar salarios mínimos para que todos los trabajadores alcancen
un nivel de vida digno; lograr la igualdad salarial y promover políticas
económicas a favor de las mujeres; garantizar sistemas de protección
social adecuados para las personas más pobres incluido un sistema de
garantía de ingresos mínimos, hacer de la lucha contra la desigualdad un
objetivo internacional.
Además de evidenciar cómo la riqueza extrema se transmite de
generación en generación, el informe señala cómo las élites dedican
enormes recursos y esfuerzos para que los estándares globales se diseñen
a su favor. Más de un tercio de los 1.645 milmillonarios incluidos en
la lista Forbes heredaron gran parte o toda su fortuna.
El 20% de los milmillonarios tiene intereses en los sectores
financiero y de seguros, y vieron cómo su riqueza (en efectivo) aumentó
un 11% en los doce meses anteriores a marzo de 2014. En 2013, estos
sectores de actividad emplearon 550 millones de dólares en financiar
ejércitos de lobistas para influir sobre las políticas que se deciden
desde Washington y Bruselas. Durante el periodo electoral de 2012 en
Estados Unidos, el sector financiero realizó contribuciones por valor de
571 millones de dólares a las campañas electorales.
El valor neto de la riqueza de los milmillonarios con intereses en los sectores farmacéutico y sanitario aumentó un 47%.
Según Oxfam el poder de los grupos de presión de estos sectores puede
suponer una barrera significativa para reformar el sistema fiscal
internacional y garantizar que las leyes de propiedad intelectual no
impidan el acceso de las personas más pobres del mundo a medicamentos
vitales. Existen cada vez más evidencias, tanto del Fondo Monetario
Internacional como de otros organismos, de que la desigualdad extrema no
sólo perjudica a los más pobres, sino que también daña el crecimiento
económico.
Fuente: Ciudad Nueva