"...la antropología
trinitaria tiene como sujetos, no solamente a las personas, sino también las
comunidades; el Espíritu Santo nos hace Iglesia, nos hace comunidad, de tal
manera que se puede hablar de una antropología no solo del "yo", o
del hombre o, como dice Lévinas, del "otro hombre" (es decir, el
otro) sino del "nosotros" que es más que solo el hombre o solo de
otro hombre.
Somos
creados a imagen y semejanza de un Dios trinitario. Ya aparece la cuestión
cuando crea "varón y mujer". La familia, de alguna manera ──el padre,
la madre, los hijos── como que son la imagen de la Trinidad. Dios es amor y por
eso Dios es trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el amor
del Padre y del Hijo, que el Padre le tiene al Hijo y por eso es pura entrega,
pura relación. El Espíritu Santo es quien los une y los distingue.
Analógicamente, para un teólogo medieval, Ricardo de San Víctor, el Espíritu
Santo es el "co dilectus/co amado". En la familia no se trata de un
amor egoísta varón-mujer, sino que el amor de los padres se sublima en el amor
que ambos tienen al hijo. Hay un amor oblativo, una entrega de amor que se pone
al servicio del hijo.
Ricardo
de San Víctor dice que el amante-el amado / el Padre y el Hijo, el amor mismo
que es el Espíritu Santo es co amado de ambos. Eso se da no solamente en el
amor de la familia sino también en la amistad. Marion, filósofo francés, cuando
habla del fenómeno erótico lo aplica al amor de Dios, al amor de amistad, y
cuenta de Montaigne que tenía un amigo muy amigo y hay un tercero que dice que
quiere participar de esa amistad. Es decir: el tema del tercero aparece. Y
también en las relaciones de comunidad donde hay muchos terceros. En una
comunidad cristiana, en una capilla, aparece esa presencia de Dios que es amor,
por eso Chiara Lubich habla de "Jesús en medio". Esta presencia de
Cristo hace que nos amemos los unos a los otros porque está el Espíritu Santo,
somos todos hermanos en nuestro hermano mayor que es Cristo, hijo del Padre
celestial. Aparece el aspecto trinitario de la comunidad cristiana y de la
Iglesia en general.
El
Concilio Vaticano II, en dos de sus documentos importantes ──uno, la
constitución de la Iglesia (Lumen Gentium) y el otro sobre las misiones (Ad
Gentes)── comienza hablando primero de la Trinidad. Para hablar de la Iglesia
como comunidad y como pueblo de Dios empieza a hablar de la Trinidad. Luego,
para hablar de las misiones de la Iglesia hacia afuera lo va a hacer en base a
la misión que el Padre le da al Hijo, y a la que, por medio del Hijo, le da al
Espíritu Santo..."
Juan Carlos Scannone
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